¿Os acordáis del artículo sobre la innovación en los sectores tradicionales y el Opera Lab de San Francisco? En ese artículo, os explicamos cómo la Ópera de San Francisco había colaborado con la d-school (o Hasso Platner Institute), la escuela de diseño de la Universidad de Stanford, para innovar y reconciliar los jóvenes con la ópera.

En este nuevo artículo, nos vamos un poco para atrás, a buscar el origen del Design Thinking y a tejer la tela de araña que liga la metodología, sus precursores, la universidad de Stanford, la d-school y la empresa mundialmente famosa IDEO.

La primera vez que se escuchó el término Design Thinking fue en el año 1969. Lo acuñó Herbert Simon (Premio Nobel de Economía). Herbert escribió un libro que se llama “Las ciencias de lo artificial“. En este libro se acuñó por primera vez el término Design Thinking o pensamiento de diseño.

Se empezó a desarrollar de forma teórica en la Universidad de Stanford en California (EEUU) a partir de los años 70.  Pero la metodología como la conocemos hoy es fruto del trabajo de Tim Brown que en 2008 escribió un paper en el cual desarrollaba la metodología iniciada por Herbert Simons titulado “Design Thinking” en la Harvard Business Review. Pero si este paper marcó el inicio de la utilización del Design Thinking como metodología de innovación por excelencia, en realidad Tim Brown no fue su inventor como tal, sino más bien su difusor, ya que tanto él como todo el equipo de la consultoría IDEO la venía utilizando, probando y mejorando desde varios años.

 

IDEO, ¿quienes son?

En el mundo del diseño de producto, IDEO es probablemente la empresa más famosa y reconocida. Nace en 1991, de la fusión de 4 empresas lideradas por unos verdaderos cracks del diseño: David Kelley (David Kelley Design), Bill Moggridge (Moggridge Associates en Londres y ID Two en San Francisco) y Mike Nuttal (Matrix Product Design), que podemos probablemente llamar, junto con su equipo, “los padres del Design Thinking”.

Desde el inicio de su colaboración y con el paso de los años, han sido pioneros en siempre enfocar su trabajo en el usuario y, sin llamarlo “Design Thinking”, en trabajar a base de observación del consumidor, empatía, prototipado y testeo en entorno real de sus innovaciones. En 1999, cuando el programa de televisión Nightline, del canal ABC, les dio el reto de rediseñar el carrito del supermercado, David Kelley explicó lo siguiente acerca de IDEO y de su equipo:

“El punto es que no somos expertos en ningún área determinada, somos expertos en el proceso de diseño de las cosas. No importa que nos den un cepillo de dientes, un tubo de pasta dental, un tractor, una nave espacial o una silla, es siempre la misma tarea: encontrar la forma de innovar, usando nuestro proceso”.

Os recomiendo mucho mirar el vídeo completo del proceso de rediseño del carrito de la compra ya que muestra muy bien cada paso que siguió el equipo de IDEO, siempre poniendo el usuario en el centro de sus reflexiones.

Y la d-school, ¿qué tiene que ver en todo esto?

Palo Alto – California, en el corazón de la Silicon Valley: ahí empezó la gran aventura de los 3 fundadores y su pequeño equipo de ingenieros y diseñadores de producto.

David Kelley y su colaborador (desde 1987) Tim Brown eran profesores en la universidad de Stanford, cuyo campus está ubicado a unos minutos andando de la oficina de IDEO. En 2005, David Kelley, apasionado por su trabajo de profesor y por la transmisión de las prácticas profesionales de su empresa a sus estudiantes, decide lanzar, dentro de la universidad, un programa 100% dedicado a la enseñanza de su famoso “proceso” (todavía no se le llamaba Design Thinking). Así nace el Hasso Platner Institute of Design (del nombre de su inversionista mayoritario, cofundador del software SAP), comúnmente llamado “d-school”.

Con el lema “Everybody is creative”, David Kelley busca dar un giro a los métodos de enseñanza del diseño, implementando prácticas de docencia totalmente disruptivas. Fiel a su proceso, adapta el Design Thinking a la educación, desarrollando en la d-school un programa centrado en el estudiante, potenciando su autoconocimiento y creando lo que llama la “creative confidence”: la confianza en la capacidad creativa propia y en la posibilidad de superar cualquier reto gracias a esta creatividad.

Muy pronto la d-school alcanzó niveles de excelencia muy altos, sus estudiantes convirtiéndose en los mejores diseñadores del mundo, nutriendo la Silicon Valley de su talento y creando un ecosistema muy poderoso y generador de cambio.

Tomando un poco de distancia, podemos llegar a la conclusión que la d-school es potencialmente el mayor éxito de David Kelley: enseñar el Design Thinking usando el Design Thinking, transformándolo de metodología a verdadero MINDSET… ¡el cierre del círculo!

 

Y entonces me pongo a pensar: si el Design Thinking funciona para diseñar productos y para diseñar programas docentes… ¿qué más podemos diseñar enfocándonos en el usuario?

¿Y si damos un pasito más? Si nos preguntamos cada vez que actuamos: ¿quién es mi usuario?

Ejemplo: si soy líder de un equipo de ventas, ¿quiénes son mis usuarios? — los comerciales. Y si diseño mi liderazgo enfocándome en ellos: ¿qué pasa si tomo unos minutos para repasar cada fase del Design Thinking poniendo mi equipo comercial en el centro de la reflexión?

¿Y si trabajo en recursos humanos?

¿Y si estoy en el equipo de contabilidad?

… ¿Me sigues en la reflexión?… ¿Me acompañas a buscar tus usuarios del día a día?

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[*fuente foto principal: shutterstock]