Hoy en día, con la pandemia como detonante, ya todas las empresas son conscientes de la necesidad de la innovación para adaptarse a los cambios. Quien no se adapta, muere, ya lo sabemos, pero ¿cómo se implementa?, ¿por dónde se empieza?, ¿quién se lo puede permitir?

Muchas organizaciones comienzan creando un departamento de innovación, pero la mayoría de las veces no es suficiente, y otras no pueden permitírselo económicamente. Lo ideal es empezar el proceso de cambio creando una cultura de innovación empresarial. La cultura de innovación es el ambiente social que permite a los miembros de la compañía desarrollar ideas e implementar innovaciones. Por eso las empresas maduras no necesitan un departamento de innovación, sino que se convierten en una organización innovadora de manera transversal. La cultura de la innovación tiene un poder incalculable y, para ser eficaz, se debe expandir por todo el tejido empresarial de la compañía. “La cultura de empresa se come a la estrategia para desayunar”, decía Peter Druker.

Para crear una cultura de innovación en la empresa, se ha de crear primero una cultura de creatividad, que llevará a todo el ecosistema de la compañía a sentirse libre para pensar diferente, para expresar sus ideas y para apoyarse en las de otros sin sentirse coartado o menospreciado. Esa actitud generalizada llevará al proyecto a niveles que no habría podido alcanzar nunca en el pasado. ¡Y todas las organizaciones se lo pueden permitir!

¿Por qué es importante la creatividad en el ámbito empresarial?

Las nuevas ideas no surgen del análisis de los datos, porque la mente solo ve lo que está preparada para ver. Por tanto, es necesario desarrollar la capacidad de crear conceptos nuevos.
Para desarrollar esa capacidad, que no es innata, hay una serie de actitudes y técnicas sistemáticas que llevarán a la organización a ser más creativa, a resolver mejor sus problemas, a adaptarse más rápidamente a los cambios y a descubrir nuevos mercados, productos, servicios o procesos.
Para introducir esas técnicas en todo el tejido empresarial debe haber alguien encargado del cambio, una persona facilitadora, que tenga como misión incentivar la creatividad y la innovación desde dentro (situación ideal) o desde fuera de la empresa (contratando especialistas). Incluso tú, que estás leyendo estas líneas, puedes ser la persona facilitadora dentro de tu organización. Tú puedes ser el facilitador del cambio.
Tu responsabilidad será transmitir la importancia del cambio de mentalidad, llevar a cabo las acciones que van a crear un mindset creativo y conseguir que sea permanente en el tiempo.
Con un buen asesoramiento o un buen paquete de herramientas creativas, tú puedes ser quien lleve a tu empresa o equipo a una nueva dimensión, una donde las cosas no solo se hablan y se discuten, sino que ocurren y transforman.

La empatía y la creatividad son clave para innovar y llegar al cambio que nos hará conseguir nuestro objetivo (mejorar, crecer, sobrevivir, reinventarnos o expandirnos). La creatividad nos permite obtener un gran número de ideas, y el Design Thinking llevarlas a la acción para innovar. Cuanta más creatividad, mayor número de oportunidades de innovación, por lo que incentivarla es fundamental.

El proceso creativo para innovar pasa por diferentes fases, que terminan en la implementación de las ideas, el objetivo último e indispensable, ya que sin implementación, no hay innovación. Mi fórmula para la innovación es empatía + creatividad x acción.

 

  • Empatía (descubrimiento): Es el momento de comprender cuál es realmente el problema. Para conseguirlo, se utilizan técnicas de investigación basadas en la observación y la empatía, para ponernos en su posición y así definir los puntos de vista de los implicados, observar y averiguar qué es lo que no se atreven a verbalizar. Para interpretar los insights que descubrimos en esta fase, hemos de organizarlos y analizarlos, de cara a tener un punto de vista claro y bien definido. Un punto de vista es una forma de estructurar la redacción del reto en base a un usuario, una necesidad y un descubrimiento o inshight.
  • Creatividad (ideación): Una vez que tenemos bien definido el reto, hay que generar soluciones de manera creativa. Primero de manera divergente, creando infinidad de posibilidades para disponer de una gran cantidad y variedad de ideas, y luego de manera convergente, haciendo un análisis, filtraje y selección metódicos para escoger por consenso la más eficaz para nuestra estrategia. Para conseguir el mayor número de ideas posibles, hay que entrenar la creatividad con una serie de técnicas, que podéis encontrar en herramientas como Creativikit®.
  • Acción (prototipado). Una idea sin ejecutar no sirve para nada. Realizar un prototipo sencillo y barato, fácilmente testeable, nos permite recoger feedback para validar nuestras hipótesis y saber lo que funciona y lo que no. Los propios implicados nos pueden proponer nuevas ideas de mejora, que nosotros decidiremos si implementar o no. Esa valiosa información nos hará continuar hacia la implementación de la idea escogida o volver atrás y comenzar de nuevo, iterando el proceso.

Si queréis saber más trucos específicos, conocer los pasos para descubrir nuevos productos, servicios o modelos de negocio y acceder a las herramientas concretas para tener nuevas ideas y soluciones a cualquier reto, no os perdáis nuestro nuevo curso online de Design Thinking.

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